domingo, 23 de agosto de 2009

Jaime Garzòn

ASESINATO DE JAIME GARZÓN: 10 AÑOS DE IMPUNIDAD

Memorias de risa y tragedia


Porque olvidar, es matar dos veces



Por: Fabián Cristancho Ossa

hfco1@hotmail.com


El olor del jabón y el champú llena la habitación. Jaime se pone la camisa blanca con rayas cafés mientras ‘La Tuti’ lo mira desde la cama y siente una espina cada vez más adentro del corazón.


El aire fresco de la madrugada es un soplo divino que se introduce por las narices de los bogotanos. 5:30 de la mañana, Bogotá se ducha, desayuna y va al trabajo.


Viernes 13, día en que los supersticiosos no recomiendan casarse ni embarcarse. Jaime quita el freno de mano, en el país se habla de la mala racha del presidente Pastrana; el desplome de la economía, el aumento del desempleo y el fracaso del Proceso de Paz. Lleva el vidrio abajo, toma la Calle 26 que desemboca a la Carrera 42 para llegar a la emisora Radionet. Él va de afán, va veloz. El semáforo en rojo, la moto blanca que se acerca demasiado, el cañón del revolver esperando al gatillo, la sonrisa perpleja, el impacto de unas balas frías y cobardes, unas balas sin sorpresa entran en el cuerpo del lustrabotas y ahuyentan la tranquilidad de la mañana.


“Mataron a Jaime, mataron a Jaime”, entra gritando, Yamit Amat. Sus anchas lágrimas disipan el olor a café en la sala de redacción. Todos se ponen de pie, se toman la cabeza, el nudo en la garganta y la saliva como pegante se generalizan.


La noticia aun no es noticia, los periódicos con el descontrolado olor a tinta llegan a su destino. Aída Luz Herrera, jefe de redacción de Radionet, abre los micrófonos y le da la noticia al país: ya no escucharán, nunca más, los chistes y críticas de Garzón, lo han asesinado. En cabina todos acusan del vil hecho al temido jefe paramilitar Carlos Castaño.



Espíritu juguetón, indomable y libertario


La sensibilidad social que tenía Jaime Garzón, sopesada con su madura conciencia política, hicieron de él un gran reconciliador que soñaba y se desvelaba por la paz. Su agilidad mental e inteligencia pronto lo hicieron destacable por vecinos, profesores y compañeros. Su madre le enseñó a leer y escribir a los cuatro años, siempre inculcándole amor y respeto por el conocimiento. Por eso Garzón, más que un ‘mamagallista’ fue un intelectual, un superdotado que se transformó en el inconsciente colectivo de toda Colombia.


Tiempos donde los billetes verdes abundaban, los granos de café eran apetecidos en todo el mundo y la cocaína colombiana codiciada. En un sector de clase media-baja (Sumapaz) entre cerca y lejos del poder, en Bogotá, nace en 1960 Jaime Garzón Forero.


Siempre fue la oveja descarriada del colegio y del barrio. Una oveja negra que siempre quedaba en el recuerdo de quien se le cruzaba. Estuvo en varios colegios de diferentes calibres. Fue un adolescente rebelde en tiempos en que la libertad se defendía como fuera. La música, los movimientos de izquierda y la literatura de Benedetti, Cortázar y Gabo trasegaban en la cosecha histórica en que lo establecido debía ser derrocado. El pelo largo, la marihuana y los largos pensamientos mandaban en bares y universidades, como dijo Antonio Morales -guionista del noticiero Quac- pululaban los personajes “con el Libro Rojo de Mao y el Manifiesto Comunista debajo del brazo”.


Ver hambre, miseria, corrupción, tanta muerte y desigualdad lo hicieron tomar una de sus decisiones más osadas. A sus 18 años, siendo estudiante de la ‘Nacho’ hace contactos con el ELN, grupo que ideológicamente confluía con los pensamientos del indomable espíritu de Jaime. Así, deja libros y fotocopias y las cambia por un equipo de guerra: se embarca al monte, a ese mar lleno de peligros donde llueven balas. Lo recibe el frente José Solano Sepúlveda; tal vez desde allí se podría cambiar la dura realidad del país que los dirigentes se comían, bebían y violaban todos los días.


Pero el Jaime guerrillero resultó ser una decepción: las armas lo enredaban, la estrategia militar lo confundía y sin duda, para sus compañeros, este hombre era un total fracaso. Valía más su sostenimiento en el monte que lo hecho por sus manos. Sin embargo le toleraron su desdichado espíritu partisano y le buscaron un oficio. Se convirtió en un despistado trovador guerrillero que enterraba y desenterraba la plata del grupo; sacaba a asolear los billetes para que la humedad no los consumiera. Aguantó cuatro meses. Después de muchas reflexiones entendió que ahí no hacía mucho. Explicó y argumentó su salida del monte, su decisión fue respetada y en horas llega, ‘con el rabo entre las patas’ a La Perseverancia.


Estudia derecho, ciencias políticas y física y matemáticas por los lados. La política le abrió sus puertas al enrolarse en la campaña de Andrés Pastrana para la Alcaldía de Bogotá, ahí llegó a ser el jefe de giras del próximo alcalde. Jamás dejó su característica mamadera de gallo, ni en los momentos más tensionantes, como en el secuestro de Pastrana. Ese día, el 18 de enero del 88, al presenciar el inminente secuestro, Jaime les dijo a los secuestradores que debían llevarlo a él también, “¿no ven que yo soy el jefe de giras?” Pastrana fue secuestrado y en unas semanas ya estaba libre. Gana la Alcaldía de la capital y nombra al simpático Garzón como alcalde local de Sumapaz, esa región olvidada en manos de las FARC.


En dos años como alcalde, Jaime cumplió con el pequeño poder que tenía en sus manos: construyó un centro de salud, le dio vida a una escuela y pavimentó la única vía del pueblo. En el 87 apareció por primera vez en la televisión por sus imitaciones, no era cotidiano ver a un alcalde tan zafado. Hicieron una nota periodística sobre él y más de uno lo vio y se rió. A pesar de los logros en su gestión fue destituido por el mismo Pastrana, por un comentario que llegó a oídos del conservador. Dijeron que Jaime había montado un prostíbulo, a lo que respondió sin miedo, “las únicas putas de la zona, son las putas FARC”. El día que las cinco balas entraron en su cuerpo debía posesionarse simbólicamente y recibir una indemnización, pues se comprobó que jamás existió tal lugar, por lo que su despido era injusto.


Siguió trepando y llegó a los medios junto con Eduardo Arias y Karl Troller, un par de comentaristas políticos, ácidos como un limón en su incipiente vida. Pensaron y produjeron Zoociedad, 30 minutos de humor fatal y venenoso. Jaime era un éxito en la TV. Vendría el noticiero Quac y la personalización de un buen número de sus personajes: ¿quién no recuerda a Néstor Elí el vigilante del Edificio Colombia? O a Dioselina Tibaná, la cocinera del palacio de Nariño que criticaba duramente a su jefe, el emproblemado Samper en pleno Proceso 8.000. John Lenin fue el vivo reflejo de su juventud, un muchacho izquierdoso con Marx y Lenin en su cabeza. Godofredo Cínico Caspa fue querido y odiado por la audiencia pues defendía a ultranza a la derecha, al Estado y las instituciones; una vez dijo que Colombia lo que necesitaba era un dictador –se refirió al entonces gobernador de Antioquia, Álvaro Uribe Vélez-. Heriberto de la calle, el lustrabotas –del noticiero CM& y luego de Caracol- fue su última caracterización. Quizás fue el personaje que más sensibilidad le dio al país, sus apuntes y preguntas tan bien formuladas siempre buscaban una verdad escondida, una verdad oculta que dejaba sin aire y en absoluto silencio al entrevistado y a la audiencia.


El humorista, periodista, politólogo, abogado, soñador, e idealista opinaba a mansalva, sin mediciones ni filtros sobre el diario vivir del país. Y aunque sus propuestas y pensamientos le merecían una etiqueta de intelectual, en su hoja de vida, enviada a la Gobernación de Cundinamarca, entre otros puntos decía que tenía estudios en: primeros, segundos y terceros auxilios, cocina para ejecutivos, curso de mecánica popular, curso de inteligencia para militares (reprobado) y aseguraba en la misiva que manejaba cursos sobre ‘como mamar gallo en medio del conflicto’. “La vida no es verdad, la vida es un chiste” dijo en repetidas ocasiones Jaime.


Su coqueteo con la izquierda le dejó contactos con la insurgencia y entre los dos poderes, Jaime intervenía para que los secuestrados regresaran del cautiverio. Tanto así que Andrés Gonzáles, gobernador de Cundinamarca, lo llamó para que fuera asesor de su despacho en el tema de las gestiones humanitarias, aceptó con la única condición de mantener un perfil bajo. Pero su discreción como gestor humanitario reventó el 23 de marzo del 98, día en que protagonizó la liberación de algunos civiles, entre ellos cuatro norteamericanos. El escenario, la vía al llano. Las cámaras se volcaron hacia él y en un abrir y cerrar de ojos, las instalaciones de Radionet se veían invadidas de familias de secuestrados que hacían fila para hablar con Garzón. Entre las cuentas de su amigo, Rafael Pardo, más de cien secuestrados llegaron a casa por las labores del humorista, pero como era de esperarse, en un país cegado por la polarización, muchos sectores no vieron con buenos ojos lo que Jaime hacía, así siempre tocara puertas a la Alcaldía, Gobernación y Presidencia para que sus gestiones fueran claras.


Su vida como personaje público fue material de primera mano para los chismosos. Dijeron que Jaime tenía yates y carros lujosos, producto de su –inexistente- lucro en las liberaciones. Más tarde se conocería que Jaime estaba escribiendo una carta a sus colegas pidiéndoles respeto y cordura, pues habían puesto su vida en peligro. Entre el periodismo y la gestión humanitaria, Jaime dio una verdadera clase de objetividad, lo demostró cuando en repetidas ocasiones y sin ningún ánimo de show invitó a cenar y hablar en su apartamento a ex guerrilleros y políticos, intelectuales de derecha y de izquierda, sindicalistas e industriales, ateos y religiosos. Un escenario donde, sin duda, la tolerancia de ideas y la resolución de conflictos eran el objetivo. Una salida a la justicia y a la verdad para unos y una molesta piedra en el zapato para otros.



“Hasta mañana tengo plazo de vida”


Un aire mortuorio le rondaba por la espalda y no lo dejaba respirar. El sudor frío en sus manos ya era característico, como también su aspecto de trasnocho, de preocupación. Con un nerviosismo desesperante se movió como nunca en sus últimos días sorteando amenazas de todos los tamaños. La tensión diaria fue producto de su inacabable esperanza para desempantanar el Proceso de Paz con el ELN y las FARC.


El costo de su labor humanitaria y periodística fue más allá el 15 de mayo del 99 a las 11:40 de la mañana. Garzón va a toda velocidad por la carretera en la vía al llano entre Granada y San Juan de Arama, en Meta. Su camisa blanca con rayas cafés no se queda quieta por el incesante viento que entra a la camioneta de la Gobernación. De un momento a otro un bus municipal está encima de su capó. No hay espacio para reacciones. Se estrella violentamente contra una flota de La Macarena, y mientras la camioneta se arruga de adelante para atrás, Jaime se siente aprisionado, las bolsas de aire salen pero no impiden que sus dos piernas se quiebren y algunos vidrios le hagan daño. Iba por un secuestrado y casi muere en el intento. Su camisa no quedó manchada.


Hablando después con el chofer de la flota, éste le dijo que de no haberse estrellado contra él, un par de kilómetros más adelante, a la velocidad que iba, se hubiese ido a un abismo pues la vía terminaba de manera abrupta. Fue una advertencia para que frenara un poco y pensara en su vida. Jaime trató de hacerlo, se alejó de las liberaciones y del Proceso de Paz mientras estaba en la Clínica Palermo y designó a ‘Alejandro’, una figura oscura que aparece tenuemente en cada documento.


Lo que sigue son amenazas cada vez más sofocantes, Jaime no deja a sus personajes y las entrevistas de Heriberto de la Calle cada vez son más urticantes. Las amenazas de Carlos Castaño lo dejan sin aliento y les comenta a sus compañeros periodistas sobre el agravamiento de los comentarios del jefe paramilitar. Hasta llegó a decir que si lo iban a matar lo mataran bien y de frente, que no lo fueran a dejar como a Navarro Wolff.


El 7 y el 8 de agosto se tomó unos días de veraneo con ‘La Tuti’ en Mariquita. Jaime hizo infructuosos esfuerzos para comunicarse con Carlos Castaño. El martes 10 de agosto visitó el pabellón de alta seguridad de la cárcel La Modelo, habló con Ángel Gaitán Mahecha, jefe paramilitar, quién por fin lo puso en contacto telefónico con su verdugo. “Usted no es capaz de ponerme la cara, usted es un cobarde”, le dijo a Garzón. La conversación tuvo varios tonos hasta que acordaron que el sábado 14 de agosto un helicóptero lo recogería en Montería para encontrarse con él dos días después. Se limitó a decirle que tratara de sobrevivir hasta que pudieran verse. “Me da miedo que no me alcance la vida para cumplir la cita”, le diría Garzón a un reportero radial.


El miércoles por la noche, Mery Garzón (maquilladora) cuenta que Jaime estaba más nervioso de lo habitual, estaba intranquilo y preocupado. “Me van a matar, hasta mañana tengo plazo de vida” le dijo. También a ‘La Tuti’ le diría que tenía vida hasta el sábado.


Nadie muere a la víspera…


Viernes 13 de agosto de 1999. 5:45 de la mañana. Bogotá, Barrio Quinta Paredes Calle 22F con Carrera 42B diagonal a Corferias y a cuatro cuadras de Radionet. Sector residencial, de madrugada, revolver calibre 38 largo que no deja vainillas, motocicleta con placas ocultas. Los medios titularon el hecho como un “crimen perfecto”.


Periodistas, camarógrafos, policías, agentes del CTI, SIJIN, DAS y DIJIN rodeaban la escena. Cuando los capitalinos se enteraron de que el muerto era Heriberto de la Calle, toda Bogotá lloró, pero aun no creyó. Muchos interrumpieron su baño, desayuno y ruta hacia el trabajo para pensar o sollozar un poco. Otros se dirigieron, con rabia, al lugar para confirmar que la vileza y la intolerancia hecha muerte existían. Los niños del jardín infantil miraban aterrorizados, decenas de personas se agruparon, cólera es lo que se respira, “nos quitaron la verdad, nos mataron la risa”, gritó una mujer.


Los focos muestran la camioneta Cherokee gris oscuro tapada con tres sábanas blancas. Las siglas del CTI revolotean por todas partes, la cinta amarilla con letras rojas es insoportable. La muerte aun ronda por allí, todavía huele a pólvora, el frío es intenso.


Los agentes de todas las siglas recogen pruebas, hablan con testigos, toman fotografías, registran llamadas que luego desaparecerían, por años, misteriosamente. Llega Gloria Cecilia Hernández, ‘La Tuti’ su eterna compañera. No quiere ver el carro, no quiere ver el cuerpo de Jaime, sólo llora en brazos de un familiar “no me gustó cuando se puso esa camisa” dijo. Sus lágrimas parecen no tener fin. El país se conduele y llora una vez más con amargura.


14 de agosto de 1999: “Asesinaron la risa” abre El Espectador. “Mataron el derecho a reír”, dice El Tiempo en su portada. “Nos lo han quitado del medio, en plena efervescencia de su espíritu, en completa vitalidad. ‘Lo borraron’, como dijo el lustrabotas, en su lenguaje de acera”, escribió agriamente el caricaturista Lorenzo Madrigal. Los medios convocan a una manifestación en la Plaza de Bolívar, a la que asiste una Bogotá malherida. Es tanto el caudal de gente que un puente se derrumba, por el peso, dejando a tres personas muertas. La tragedia aun planea por las nubes.


Los medios nacionales, –después de la reacción de la SIP y RSF- ahora sí, reaccionan en cadena, denuncian las amenazas de Carlos Castaño contra Garzón y otros dicen que los militares tienen mucho para decir. El tema es manejado con todas las pasiones revueltas y Castaño horas después se pronuncia. El país calla. Carlos niega de manera vehemente y rotunda aquel asesinato. Lo peor: los medios le creen.


“Defender la alegría como una trinchera, defenderla del escándalo y la rutina, de la miseria y los miserables, de las ausencias transitorias y las definitivas…”


Las autoridades se casarían con tres hipótesis. La primera apuntaba a las autodefensas, a Carlos Castaño en específico. La segunda se dirigiría a la Fuerza Pública, la extrema derecha conformada por algunos militares. La tercera hipótesis, sin potencia, señalaba a las FARC o al ELN como autores del crimen. Esta se cayó rápidamente pues el directo damnificado sería el Proceso de Paz que se venía adelantando con estos grupos.


Los investigadores empezaron a cosechar un pleito hacia un sólo lado como si estuvieran escondiendo algo: dejaron la hipótesis de la extrema derecha presente en la Fuerza Pública como sospechosa del asesinato y así montaron todo un proceso dirigido hacia el declarado ‘anticomunista’ Carlos Castaño.


Pero un hecho que no deja de ser relevante y que se trató con pinzas, fue el de la álgida relación de Garzón con el general Jorge Enrique Mora, comandante del Ejército. A raíz de las liberaciones en la vía al llano -el 23 de marzo del 98- el entonces comandante de la V división general Mora, se molestó profundamente por las actuaciones de Jaime. Se comunicó con el zar antisecuestros y le pidió se investigara a Jaime Garzón y su gestión en las liberaciones. El zar, José Alfredo Escobar le responde; Jaime tenía todo en claro, no había ninguna traba en sus gestiones pues estaba trabajando para la Gobernación.


El altercado y la mala fe no terminaron allí. Jaime, trató de hablar con Mora, lo esperó varias horas en su oficina pero el general no lo quiso atender. Jaime le envío un fax en el que le decía: “General, no busque enemigos entre los colombianos que arriesgamos la vida a diario por construir una patria digna, grande y en paz, como la que quiero yo y por la que lucha usted”.


Se vendría todo un huracán cuando desde sus columnas Francisco Santos –editor general de El Tiempo- y Rafael Pardo -ex ministro de defensa- señalaron sin tapujos que los asesinos de su amigo y compañero habían sido militares. Santos diría, “No hay duda. A Jaime Garzón lo mató la extrema derecha militar”. Pardo, sutilmente, preguntaría, “¿Por qué los mandos del Ejército no sabían que Garzón era hostilizado por altos militares?”. El Ejército reaccionó indignado, el general Mora entraría en contradicción en entrevista con la Revista Semana, pero ese asunto no pasaría a mayores, el rumbo ya estaba arreglado.


La Fiscalía General de la Nación cerraría el caso el 2 de enero del 2002, señalando como autores materiales a Juan Pablo Ortiz Agudelo alias ‘Bochas’ y Edilberto Antonio Sierra Ayala alias ‘Toño’ (un par de sicarios, supuestamente de la banda La Terraza de Medellín) El Autor intelectual fue Carlos Castaño, al cual se le dictó una orden de detención. El Móvil: la gestión humanitaria adelantada para conseguir la liberación de algunos secuestrados.


Alirio Uribe, abogado de la familia Garzón Forero, dijo a Contravía que “la Fiscalía no investigó lo que había que investigar”, la desviación del caso se hizo evidente cuando los testigos no resultaron creíbles. ¿Cómo puede una mujer –o alguien- ver a más de 100 metros los rasgos físicos de dos hombres que iban alta velocidad en moto, encapuchados y con casco? María Amparo Arroyáve declaró desde la forma de las cejas, la estatura, color de ojos y hasta la marca del calzado de los asesinos. Después, desapareció.


El nombre de Wilson Llano Caballero, alias ‘El Profe,’ rondaría por la cabeza de investigadores y en los pasillos de los juzgados. Fue pieza clave para el hundimiento de varios procesos en los que se veían involucrados agentes del DAS. Fue informante de todas las siglas, se le creía y se le creyó hasta el final, así su mentira siniestra y descarada se le hubiese desbaratado: la investigación fue un montaje del DAS.


En septiembre del año 2002 Reporteros Sin Fronteras se pronuncia, indignada por las actuaciones de las instituciones en el caso de Garzón. En un artículo titulado ‘Asesinato del periodista Jaime Garzón: ¿manipulaciones en la investigación?’, cuestiona sobre la posible voluntad del DAS de desviar la investigación. Sobre todo porque Wilson Llano Caballero, sobre el que pesaba la amenaza de una pena de cárcel al comenzar la investigación, podría haber caído en la tentación de dar informaciones a cambio de que olvidaran las querellas contra él. En otro punto señala que la organización está sorprendida por la actitud de la Fiscalía y del DAS, ya que algunas informaciones aparecidas en la prensa mencionan que los investigadores descartaron a testigos que implicaban a algunos militares. Según esas informaciones, algunos sectores del Ejército acordaron con Carlos Castaño el asesinato de Jaime Garzón, el cual habría sido cometido por la banda la Terraza.


Sigue la absolución de cargos contra los autores materiales, la condena a Carlos Castaño por 38 años de prisión -pena que nunca se hizo efectiva- y su posterior muerte -en libertad- por orden de su hermano Vicente Castaño. Pujas entre jefes paras.


El 10 de junio del 2008, el nombre de Jaime Garzón ocupa, otra vez, a la prensa. ‘H.H.’, el ex jefe del Bloque Bananero de las Autodefensas -recién capturado- dijo que Castaño había ordenado el asesinato del humorista “por petición de unos amigos del Ejército Nacional”. Antes de ser extraditado, ‘Don Berna’ diría lo mismo. Hasta la fecha no hay un solo detenido. La familia Garzón Forero demandará al Estado ahora que el asesinato cumple 10 años en total impunidad.


¿Qué será de los militares sin la guerra? ¿Tienen tiempo para reírse en medio de la balacera? El direccionamiento amañado del proceso tuvo fuertes influencias de una mano oscura, poderosa y definitivamente camuflada. Así son, serios, amargados, “a los asesinos no les gusta la risa, odian la ironía” escribió Abad Faciolince. Los “amigos” de Jaime saben más y no han hablado. Los enemigos, hoy importantes dirigentes, también. ¿Qué tanto saben las poderosas familias y los emporios económicos? ¿Tienen algo para agregar después de 10 años, los colegas de Jaime? Usted general Mora, renunció y jamás volvió a sonar. ¿Qué es de usted? ¿Supo dónde terminó la camisa blanca con rayas cafés de nuestro Jaime Garzón? Olvidar, es matar dos veces.


***


“No nos raparán el sagrado derecho a operar y juzgar donde y como a quien sea. ¡Estado de derecho romper filas, jueces, civiles retirarse, Ar!”

Jaime Garzón Forero (1960-1999)

Ciudades latinoamericanas, azotadas por el crimen

en http://www.eltiempo.com/mundo/latinoamerica/ciudades-latinoamericanas-azotadas-por-el-crimen-gda-hacen-un-perfil-de-lo-que-pasa-en-11-urbes_5917688-1
GDA hacen un perfil de lo que pasa en 11 urbes

Algunas favelas de Río, en Brasil, se han convertido en campo de batalla donde se enfrentan, a plena luz del día, policís y milicianos que controlan amplios territorios de la ciudad.
El crecimiento de bandas dedicadas al atraco, la venta de droga, el hurto de vehículos y el sicariato se han convertido en un azote. Informe especial del Grupo de Diarios de América.

En el interior de los autobuses de servicio público de Caracas, los pasajeros deben compartir sus viajes con hombres del Ejército para evitar el repentino ataque de los delincuentes. En Ciudad de México (México), los carteles de la droga azotan las calles de la capital azteca con la venta de droga al menudeo y el asesinato selectivo. Y en Lima (Perú) ni el técnico de fútbol Mario Gareca se salvó de una banda de atracadores de origen colombiano que lo siguió hasta su casa después de haber retirado dinero de un banco y allí lo asaltó.
Con el mismo vértigo con que las ciudades latinoamericanas han crecido en el último medio siglo, han crecido el crimen y la violencia en ellas. El homicidio, el hurto de vehículos, el atraco a mano armada, la venta de droga o el llamado 'secuestro expres', encabezan las listas de los males que hoy golpean, en mayor o menor escala, a las capitales de Colombia, Venezuela, Puerto Rico, Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay, México, Ecuador, Perú y Chile.
Caracas, por el despeñadero
La capital venezolana describe hoy el grado de intensidad y crueldad al que está llegando el crimen urbano en América Latina: 130 homicidios por cada 100 mil habitantes (seis veces más que en Bogotá, 19,2); un incremento del 50 por ciento de los secuestros frente al primer semestre del 2008; 60 robos diarios en el transporte público y el asesinato de dos personas cada semana para despojarlas de sus motocicletas, convierten a la capital de la República Bolivariana en una de las más peligrosas del mundo.
En San Juan (Puerto Rico), es el fenómeno del narcotráfico el que tiene en alza el número de homicidios: 20,4 por cada 100 mil habitantes, el segundo más alto de Estados Unidos, después de Washington, y con posibilidades de que crezca este año.
En México, a los 547 delitos que en promedio se denuncian cada día (ocurren muchos más), y el 30 por ciento de ellos clasificados de alto impacto, se suma el poder criminal de los carteles de la droga, que en ese país se cobran casi 20 vidas por día.
"Por mantener el control de sus plazas tratan de amedrentar, de enviar mensajes a través de cuerpos decapitados o ejecuciones", asegura Bernardo Espino del Castillo, coordinador general de delegaciones de la Procuraduría General.
En México, al igual que en Colombia, los narcotraficantes y organizaciones criminales, se han apoderado de negocios legales e ilegales como la piratería, la extorsión, la prostitución, las apuestas, los juegos de azar, el tráfico de indocumentados y hasta la protección de barrios. Todos delitos difíciles de controlar cuando se cuenta, como en el caso del DF, con apenas 22 mil policías para una ciudad de 8 millones de habitantes, más los 4 millones de población flotante, según la Secretaría de Seguridad Pública.
En el primer semestre de 2009, los residentes en la capital mexicana denunciaron 375 homicidios, 40 secuestros y 13 mil robos de vehículos.
Volviendo a Suramérica, Río de Janeiro, la segunda ciudad más importante de Brasil, vive el drama de tener unas milicias de narcotraficantes, fuertemente armadas, que controlan extensas áreas pobres de la ciudad y se han apoderado de servicios públicos como el transporte y la televisión por cable, lo que les genera ingresos por 180 millones de dólares al año, suficiente para corromper a la autoridad o financiar campañas políticas.
Y si bien los asesinatos pasaron de 4.081 en 1994 a 2.069 el año pasado, el índice de homicidios (33,2 por 100 mil habitantes) podría no ser tan real, debido a que el accionar de las bandas de narcotraficantes incluye la desaparición de personas, un crimen que pasó de 1.235 casos en 1991, a 2.050 en el 2008.
En todo caso los inocentes siguen cayendo. El caso de Henry Silva, de 16 años, es solo un ejemplo. En el 2006 volvía de un partido de fútbol hacia su casa, en Morro de Gamba, una favela de la ciudad, cuando fue asesinado por la policía y luego llevado a un hospital. Allá informaron que Silva era traficante de drogas y se había resistido a un arresto. Durante 7 años la madre de Henry, Márcia Jachinto, investigó sola el crimen para demostrar que su hijo jamás había traficado con drogas, no había portado armas y era un estudiante ejemplar. Dos policías fueron condenados por el hecho.
Así como Brasil padece con las milicias, Bogotá con el resurgir del sicariato y Quito con bandas que no temen asesinar a sus víctimas, Buenos Aires tiene en el hurto de vehículos su dolor de cabeza.
En el primer trimestre del año este delito se incrementó 19,4 por ciento frente al 2008. Buena parte de los robos se producen a mano armada y muchas veces terminan en homicidio. Hace poco, las autoridades capturaron a una banda integrada por menores de edad que ya tenía un muerto en sus espaldas.
Para el consultor en temas de seguridad urbana Jairo Libreros, el tema no es de poca monta. En ciudades en las que el crimen organizado aumenta, al poco tiempo comienzan a surgir fenómenos de sicariato. Y es en el hurto de vehículos "donde se afina la capacidad delincuencial, se da paso a las riñas, el ajuste de cuentas y el narcotráfico", dice Libreros tras recordar que fue precisamente en el robo de carros donde comenzó su accionar criminal el capo del narcotráfico colombiano Pablo Escobar.
Las causas
Pese a que hay fenómenos propios de cada capital que explican el por qué de un mayor accionar de cierto tipo de delitos, un denominador común para el surgimiento de grupos delincuenciales son las precarias condiciones socio-económicas de los ciudadanos, particularmente los jóvenes.
"En una sociedad que maltrata mucho a adolescentes y jóvenes con procesos de segregación fuerte, no es casualidad que sean ellos quienes reproduzcan con fuerza ciertos fenómenos de la criminalidad", señala Rafael Paternina, director del Observatorio de Violencia y Criminalidad de Uruguay.
En el caso puertorriqueño el consumo de droga y la "transmisión generacional de la violencia", ha golpeado la escala de valores de la sociedad y ha sembrado el miedo entre la población, a tal punto que hoy la gente prefiere invertir en rejas y encerrarse.
La corrupción en el interior de los organismos de seguridad no solo se expande como un cáncer que facilita el accionar de los delincuentes sino que llena de dudas y temor a una sociedad que deja de confiar en quienes, constitucionalmente, están llamados a protegerla.
En Río de Janeiro, dos jefes de la policía civil fueron despedidos y responden a procesos por corrupción; en Caracas, el propio ministro del interior y Justicia, Tareck El Aissami, admitió que funcionarios de la policía están involucrados en el 20 por ciento de los delitos que se cometen; mientras que en Buenos Aires se denunció que en el pasado, para ser jefe de una comisaría de policía, se tenía que pagar y no perseguir a los 'desarmaderos' de carros.
La falta de políticas públicas que combatan eficazmente el crimen en las calles, ha llevado a que cada vez más ciudadanos estén ejerciendo justicia por mano propia, lo cual agrava el problema.
En Bogotá, recientemente, un hombre murió luego de que una turba enfurecida de vecinos lo golpeó incesantemente tras ser señalado de haber abusado de una menor.
"El linchamiento es simple y llanamente producto de que la justicia no entrega los niveles de seguridad que se requieren", afirma Libreros.
De mantenerse esta tendencia en la que el crimen urbano pareciera superar todos los límites y con una ciudadanía atemorizada ya no por lo que pudiera pasar con sus bienes materiales sino con su propia vida, no estará lejos el día en que vuelvan a resurgir liderazgos locales que practiquen la política de "tolerancia cero".
"El primer ejemplo que podemos mirar -señala Libreros- es el manejo que se le ha dado a grupos de pandillas como las 'Mara', en Salvador, donde para combatirlas se pasó de una política de 'mano dura' a la 'súper mano dura' y ya van en la 'mano de hierro'; se pasará de una política de seguridad ciudadana a una penitenciaria sin que esto signifique una solución verdadera".
El tema está a la orden del día, hace parte de la agenda de las campañas presidenciales que hoy se desarrollan en Chile, Uruguay, Argentina y Colombia.
Desde los gobiernos locales y nacionales se plantean alternativas bien intencionadas (véase nota anexa) que sin embargo no atacan el origen del problema. Hay que partir del reconocimiento de que las urbes de hoy no son las mismas de hace tres décadas y que demandan nuevas estrategias, recursos y creatividad para hacerles frente a estos males de las ciudades modernas; ciudades que, como en el poema de Kavafis, estamos condenados a habitar. "Aquí terminarás, no esperes nada mejor".
Menores, asociados con la violencia
Sin pretender estigmatizar, cada vez más jóvenes, menores de 20 años, se ven envueltos en hechos violentos. En Buenos Aires, casos como el Daniel Capristo, un camionero de 44 años, padre de cuatro hijos, que fue asesinado de 9 balazos cuando intentó impedir que un ladrón de 14 años le robara el auto, reavivó el debate en el Congreso sobre una nueva ley penal juvenil, que ya cuenta con media sanción.
El 1 de enero del 2009, horas después de haberle dado la bienvenida al año nuevo, Juan Pablo Arenas, un estudiante de comunicación social de Bogotá, recibió varias puñaladas que le quitaron la vida después de que intentaron robarlo. El hecho ocurrió en el norte de la ciudad, en una zona frecuentada por menores que buscan fiesta en las discotecas dels ector. Doce días después, la Alcaldía prohibió la venta de alcohol entre las 11 p.m. y las 10 a.m. de la mañana, en zonas críticas de la capital. Sin embargo, hace dos semanas, Juan Carlos Arenas, padre del joven asesinado, recibió con tristeza el reversazo de la medida.
Aunque los menores, víctimas o victimarios, son protagonistas de la oleada de inseguridad, difícilmente las autoridades efectúan planes de choque para mitigar el problema. No hay cifras de delitos en este grupo de población, ni claridad en el tipo de sanciones que deben recibir, incluso, las políticas para la juventud están al final de las prioridades de los gobiernos.
La falta de oportunidades, el consumo de drogas y alcohol, la escasez de actividsades de ocio, familias disfuncionales o la simple presión de grupo, los lleva a involucrarse en temas como el narcotráfico, el pandillismo o la conformación de bandas delincuenciales que los usan como señuelos porque las leyes son más 'blandas' con ellos. "Algunos estudios etnográficos que hemos hecho en barrios de Montevideo nos muestran que hay mucho joven victimado por otros jóvenes en acciones de pequeños hurtos o asedio cotidiano que muchas veces no llegan a conocimiento de las instituciones. Los jóvenes que mueren por homicidio son algunos más de los que ocurrían", señala Rafael Paternain, director del Observatorio de Violencia y Criminalidad en Montevideo.
En Lima, por ejemplo, los reportes de las comisarías de la ciudad revelan que actualmente hay 12.128 personas que integran 483 agrupaciones juveniles violentas, entre pandillas de barrio, escolares y deportivas. De ellos, las barras bravas representan el 45 por ciento del total de pandillas. Según un estudio policial, el barrista promedio tiene entre 16 y 24 años, no concluyó la secundaria y, si lo hizo, no intentó continuar sus estudios superiores. "Se enfrentan porque dicen que quieren satisfacer un vacío, elevar su autoestima, sentir que valen", refiere un agente de la comisaría de Apolo, en el distrito de La Victoria.
En Puerto Rico, "todos los estudios sobre delincuencia de menores y criminalidad revelan una estrecha relación con el uso y el tráfico ilegal de drogas", dice en su libro El Crimen en Puerto Rico la profesora Dora Nevares, una de las más destacadas criminólogas del país.
Pasajeros, indefensos en el transporte público
Como el grueso de la población utiliza el transporte público colectivo como medio de movilización, no es extraño que este se haya convertido en foco de la delincuencia.
De acuerdo con cifras de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal de México, 16 pasajeros han sido asesinados durante el primer semestre de 2009 por resistirse a ser asaltados. La mayor oleada de inseguridad se vive en los llamados microbuses, con 1.115 denuncias, lo que quiere decir que se cometen seis asaltos de este tipo al día en la ciudad, mientras que en el Metro -en el que a diario se transportan cinco millones de personas- se han registrado solo 143 casos, gracias a que se ha reforzado la seguridad con cámaras de vigilancia.
En Santiago ha ocurrido lo contrario. Si bien con la entrada de Transantiago hubo una disminución del hurto en buses al pasar de 2.407 incidentes en 2006 a 947 en 2008 y hoy los conductores son menos propensos a ser asaltados porque ya no manejan dinero en efectivo, más gente se moviliza en Metro -pasó de 1,5 millones de usuarios diarios a 2,2 millones-. Esto ha facilitado la comisión de delitos al interior del sistema, como el abuso sexual (manoseo), practica que también se denuncia en el TransMilenio de Bogotá.
En Caracas la inseguridad y la agresión a los transportadores obligó al Gobierno a aplicar el plan Ruta Segura, que consiste en la colocación de militares armados en los buses y paradas.
En Río, son los milicianos quienes comenzaron a apoderarse del transporte. En mayo, el cobrador de autobús Ubiraci Siquare de los Santos, 29 años, fue abordado por dos hombres que le anunciaron un asalto. Él entregó el dinero que tenía, no esbozó ninguna reacción y, aún así, fue asesinado.
Taxistas que delinquen en Lima
En una ciudad como Lima (Perú), donde circulan actualmente unos 330 mil taxis, de los cuales más del 50% son informales, no es raro encontrar olas delictivas de este tipo.
La ONG Luz Ámbar estima que al menos diez robos a bordo de taxis por día se producen en la capital. "Cualquier persona puede brindar el servicio de taxi, basta contar con un vehículo, poner el rótulo y salir a la calle. Nadie responde, hay poco control y las denuncias por robos o intentos de violación aumentan", dice el especialista en seguridad ciudadana Gabriel Prado.
En Bogotá hay preocupación ante el creciente atraco a mano armada que se lleva a cabo en varios corredores viales de la ciudad; buses con pasajeros que se ven sorprendidos en cualquier momento por jóvenes que los asaltan para llevarse joyas, dinero y celulares. La Policía realiza retenes sorpresa en algunos de estos corredores y, más recientemente, ha implementado la presencia de agentes secretos en TransMilenio.
Estrategias para combatir el hampa
Ciudad de México. A partir del 25 de junio, a los operativos contra el narcomenudeo se sumó el Ejército en los cateos realizados a casas en diversas colonias del Distrito Federal. La Secretaría de Seguridad Pública ha recuperado 36 espacios públicos, centro de operaciones del crimen y se ha aplicado la extinción para edificar centros sociales y hasta canchas de fútbol.
Caracas. El Gobierno desarrolla una encuesta de victimización en hogares que deberá estar lista a finales de noviembre. El año pasado entró en vigencia el Decreto Ley del Servicio de Policía Nacional que es considerado como el primer intento del Ejecutivo por diseñar políticas de seguridad ciudadana.
Buenos Aires. Para terminar con las violaciones, en las inmediaciones de las estaciones de trenes se instalaron cámaras de seguridad y se reforzó la zona con oficiales de la Gendarmería Nacional.
Lima. Varias de las 43 municipalidades de la ciudad han establecido las 11 de la noche como hora límite para la venta de alcohol en las tiendas. Así mismo, existe una fiscalización exhaustiva para evitar que los menores de edad adquieran licor en ellas.
Santiago. Las autoridades implementaron el programa Tribunales de Tratamiento de Drogas. La iniciativa deriva al imputado a un programa de rehabilitación bajo la supervisión del juez, usando la figura legal de la suspensión condicional del procedimiento, una forma de rehabilitar y reinsertar a los potenciales delincuentes.
San José. Entró en funcionamiento el primer Tribunal de Flagrancia de San José, concebido para juzgar en cuestión de días -incluso horas- a delincuentes sorprendidos in fraganti durante la comisión de fechorías.
Quito. En 2003, el Cabildo creó por Ordenanza la tasa de seguridad. Entre enero de 2003 y mayo de 2009 se recaudaron más de 30 millones de dólares para cuarteles, adquisición de patrullas y motocicletas e instalación de 128 cámaras en áreas públicas.
Bogotá. La Secretaría de Gobierno identificó 31 zonas críticas donde se concentran delitos como el atraco callejero y el homicidio. A partir de esa georeferenciación, se diseñaron planes puntuales para atacar el crimen en cada zona. Adicionalmente, se han implementado medidas como prohibir la circulación de menores de edad después de las 11 de la noche y la Superintendencia de Vigilancia propuso que los vigilantes tengan un papel activo en la prevención del delito.
INFORME ESPECIAL DEL GRUPO DE DIARIOS DE AMÉRICA (GDA)

El contraste: http://www.eltiempo.com/colombia/hay-332-municipios-en-colombia-donde-la-gente-se-muere-de-vieja-tienen-cifra-de-cero-homicidios_5917368-1

Y qué hay de los falsos positivos de Risaralda (LA TARDE)

en http://www.latarde.com/judicial/99-notas-judiciales/15778-y-que-hay-de-los-falsos-positivos-de-risaralda.html

Una vieja foto y el triste recuerdo de saber que hasta ahora nadie les ha explicado por qué mataron a los suyos, es lo que le queda a las madres, esposas, hijos y parientes de las 32 personas que desaparecieron en fechas y lugares diferentes y quienes posteriormente fueron reportadas como muertas en combate el enfrentarse con el Ejército porque supuestamente eran guerrilleros, extorsionistas o sujetos que trabajaban para las ‘Bacrim’, Bandas Criminales.

Al conocerse el caso del reclutamiento de 17 jóvenes de Soacha por miembros del Ejército y que luego fueron reportados como muertos en combate, generaron una purga histórica: la salida de 27 oficiales y suboficiales. Pero de Risaralda nada se ha dicho, más bien hay un silencio sepulcral, un desconocimiento y miles de preguntas que quizá nadie resolverá jamás.

Los primeros casos se reportaron en agosto de 2007 y el resto en 2008, ocurridos en varias zonas pero todo con un mismo autor. El Ejército. Ya ha pasado más de un año desde que se dieron a conocer estos casos en este departamento pero hasta ahora no se ha sabido de órdenes de captura, judicializaciones y mucho menos condenas de culpables por estas muertes, sólo que el caso, supuestamente, está en manos de la Unidad de Derechos Humanos de la Fiscalía en Bogotá.

Parece que fue ayer

María Orfilia Londoño recuerda como si fuera ayer cuando su hijo Carlos Mario Ramírez Londoño, de 29 años, le dijo que se iba de La Virginia a trabajar a una finca a Medellín porque la situación estaba bastante complicada y para poder conseguir una platica extra iba a irse a probar suerte.

Esto sucedió el 10 de enero de 2008. Sin embargo fue muerto al día siguiente en Santa Rosa de Osos, Antioquia en un enfrentamiento supuestamente con el Ejército y hasta ahora nadie les ha dado una explicación de qué pudo haber pasado.

“Nadie me ha dicho nada. No sé como va la investigación, si es que hay. Lo único que sé es que eso lo dejamos varias familias en manos de una abogada en Medellín quien va a demandar al Estado, pero nadie más nos ha dicho nada ni siquiera la Alcaldía se ha pronunciado cuando una vez nos reunieron allá, para decirnos que nos iban a dar ayudas y kit escolares para los niños pero nada, nunca cumplieron”, recordó.

martes, 18 de agosto de 2009

UNA SEMANA DE LUTO PARA EL PERIODISMO


Imagen tomada de: http://www.elclavo.com/wp-content/uploads/2008/08/jaime_garzon_02.jpg


En la historia del periodismo colombiano quedó marcado el asesinato de Jaime Garzón, que el pasado jueves 13 de agosto cumplió 10 años en la impunidad.


Franklyn Molano Gaona*, docente del curso de crónica de la UCPR, comentó a CEDHUPAZ, la trayectoria de este experimentado periodista, de lo que significa su pérdida y de las contribuciones al periodismo nacional.


Molano entrevistó dos veces a Garzón, conversó varias ocasiones con él –una vez se lo encontró en el aeropuerto el Dorado y otra en el entierro de la mamá del ex presidente César Gaviria. De esos cruces quedó en él la imagen de un hombre “mucho más de la piel, la emoción, la intelectualidad, el humor”.


El docente le atribuye a Garzón características de un oráculo, “es un tipo que visto en perspectiva, tuvo la capacidad y el olfato de predecir lo que ha sucedido después de su muerte, hablaba de la posible reelección del presidente Uribe, de lo que está pasando con el paramilitarismo, con el narcotráfico y la presencia de los norteamericanos”.


Como periodista y humorista, Molano lo define como “el de las sonrisas y no de la ramplonería, de apuntes repentinos, se mimetizaba en los personajes nacionales para transmitir sus ideas, conoció la dinámica del conflicto latinoamericano. Sobre eso basa toda su parodia”.


Garzón, además del humor y sus personajes es recordado por las negociaciones para la liberación de secuestrados. “Él fue garante en la liberación de varios secuestrados, tuvo muchos problemas con el Estado, pero ese fue un capítulo muy importante de su vida”, recuerda Molano.


El docente cree que una de las causas más fuertes de su asesinato fue esta última, sin descartar la crítica que hacía desde el periodismo. Afirma que “él iba contracorriente, y todo lo que va contracorriente en este país lo acaban. Se puso el overol de la paz que es lo que queremos los colombianos y eso le costó la vida”.


*Comunicador Social y Periodista